viernes, 30 de abril de 2010

Filosofía de las sombras

Transcribo un pasaje de un libro de Pascal Quignard. El libro se llama "Las tablillas de boj de Apronenia Avitia" y consiste en el diario apócrifo de una aristocrática dama romana a fines del imperio. Testigo del ascenso del cristianismo al poder, de la desaparición de la vieja religión romana y de la invasión de los pueblos germánicos, sus textos sin hacer alusión directa a la historia; tienen un perfume de melancolía afín a la filosofía estoica.

"Publio cruza el umbral de la puerta. Le digo:

- Primero, estoy sola. Segundo, soy vieja. Tercero, tengo miedo.

- Eso no tiene sombra. Soledad, vejez y miedo no proyectan ninguna sombra en el suelo. Repítete que no tienen sombra. Nada de lo que interpretes del universo dentro del universo tiene sombra.

Publio se sienta despacio. Se ajusta la faja de lana en torno al cuello y el cráneo desnudo. Dice, con un esfuerzo:

- Los sentimientos no existen. Las palabras inventan seres inútiles. No debemos emplear más palabras que las que remiten a objetos que proyectan sombra sobre esta tierra, bajo la luz propia de esta tierra".

Una versión poética del materialismo que fuera borrado por el platonismo primero y por el cristianismo después. Lo concreto es lo que tiene sombra. Lo demás es inexistente.
Pero a lo mejor, lo que proyecta la sombra también es una sombra.

2 comentarios:

Ana ( sin loguearse) dijo...

Leo y leo lo que escribiste desde hace varios días. Y me cala tan hondo que no puedo comentar nada...

goolian dijo...

A veces no hace falta decir nada, Ana, gracias