lunes, 21 de febrero de 2011

La muralla sabia

Diógenes de Oinoanda o Enoanda fue un filósofo griego de principios de nuestra era, que divulgó la filosofía de Epicuro.
Es conocido porque, alrededor del año 120, mandó grabar las máximas epicúreas sobre un muro, de ochenta metros de largo por casi cuatro de alto, de la antigua ciudad de Oinoanda en Licia, sudoeste de la actual Turquía. Los fragmentos, encontrados en el año 1884 forman una importante fuente de la filosofía epicúrea, en lo referente a la física, la epistemología y la ética. Las incripciones además, incluían la doctrina epicúrea del clinámen (desviación), únicamente conocida hasta ese momento por escritos de Lucrecio ("De rerum natura") y Cicerón.

La teoría del clinámen proporciona una solución al viejo problema (planteado por Aristóteles) de la regresión al infinito de las cadenas causales en el movimiento, sin tener que recurrir a la acción de un dios ordenador que funcione como primer motor inmóvil.

Para eliminar el primer motor que Aristóteles identifica con la divinidad el epicureísmo introdujo el clínamen, o desviación espontánea del átomo de su trayectoria, como origen de nuevas cadenas causales. Con ello, eliminaba a los dioses de la cadena de razonamientos a la vez que introducía un factor de indeterminación que solucionaba uno de los principales problemas del atomismo democríteo: el determinismo. Es decir, el clínamen proporcionaba una base ontológica sólida en la que justificar el libre albedrío. Ya que sin libertad las acciones morales dejan de serlo, el clínamen se erigió también en sostén de toda posibilidad de una ética atea.

La inscripción en la muralla que exponía entre otras estas ideas, fue mandada a tallar por Diógenes de Enoanda de modo que todos los ciudadanos aprendieran el ideal de conocimiento humano del epicureísmo.
Se estima que contendría unas 25.000 palabras y no se ha recuperado más de un tercio del total.

Sería una buena idea para imitar en la actualidad en vez de la propaganda mercantilista que quiere convertirnos en el perfecto votante y consumidor, uno que no piensa.



viernes, 18 de febrero de 2011

La iluminación

"Antes de la iluminación mi cotidianeidad era cortar madera y llevar el agua.
Después de la iluminación mi cotidianeidad es cortar madera y llevar el agua."

Refrán budista probablemente apócrifo pero no por eso menos sabio.

La iluminación no cambia lo que hacemos sino cómo lo hacemos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Inmanencia o qualia !

Existen los "qualia" ? Cuando yo digo rojo, ustedes que me leen entienden el mismo color que yo ? Mi rojo es igual al de todos ? Cuando escucho un acorde de Sol Mayor con temperamento mesotónico por bemoles todo el mundo siente el mismo placer ? Hay una "rojez" universal o trascendente ? Hay un Sol Mayor temperado no igual ideal ? O son todas experiencias fenomenológicas individuales intransferibles e inmanentes ? Bergson diría que sí. Dennett diría que los "qualia" son entelequias.

Yo diría que muchas experiencias subjetivas, sobre todo la fe, no son quialias sino proyecciones personales que muchas veces enmascaran traumas o miedos.

Pero el placer puro, es siempre igual ?

Todo el mundo disfruta tanto como yo del Sexto Brandemburgués ?

Los orgasmos son todos iguales, o cada uno entiende el orgasmo de forma distinta.

Hay un qualia del orgasmo.

La discusión es profundamente fenomenológica y muy en boga en cierta filosofía postestructuralista anglosajona., según tengo entendido dentro de mi ignorancia.
Es verdad que existen parámetros físicos de las ondas que conocemos como color o sonido, pero también hay un fuerte componente cultural.
En la antigua Grecia el verde y el azul eran el mismo color, Homero usa la misma palabra para el césped que para el mar.

Por otro lado en latín clásico hay dos palabras para blanco (si mal no recuerdo algo así como "albus" y "niveum") y dos para negro en función si son brillantes u opacos.

Y tiendo a pensar que la temperancia, el Sol Mayor y hasta los temperamentos "desparejos" son también culturales. Los ragas hindúes se manejan con cuartos de tono y a muchos les suena desafinado.


Hay además mucha química involucrada (neurotransmisores, electricidad, etc, etc ) que refuerza mi postura fenomenologica.
La comunicación es un consenso generalizado, sobre todo el lenguaje.
Los lenguajes más ambiguos, la poesía y la musica instrumental, son precisamente los más evocativos.
Los lenguajes más precisos, como la notación matematica, se parecen a los qualia. El infinito matematico es el qualia del infinito.
El lenguaje natural, a pesar de Chomsky y su estructura profunda, tiende a la ambiguedad.


La resonancia interna de cada vivencia o comunicación es tan fuerte que destruye el qualia trascendente . Siempre sabré lo que te dije, pero nunca sabré lo que escuchaste.

Pero por otro lado dentro del degradé infinito de la realidad más allá del sujeto algún orden debe haber por lo que la idea del qualia no la puedo desechar del todo.

Ustedes qué dirían ?

Aparte de que me fumé un porro, claro.

martes, 15 de febrero de 2011

Por la fuerza no - Leo Masliah

"Había una vez un país donde los obreros y los empleados ganaban sueldos muy bajos, los jóvenes no podían conseguir trabajo y debían emigrar, los alquileres estaban muy por encima de lo que la gente podía pagar, las jubilaciones no alcanzaban para nada y además había que mendigarlas haciendo horas y horas de cola frente a la caja, para después perderlas a manos de los rapiñeros que a su vez hacían cola para esperar a los viejitos que salían de cobrar.
Un día, ese país, cuyo gobierno había sido elegido democráticamente, cayó bajo la tutela de una dictadura que obligó a los obreros y a los empleados a ganar sueldos muy bajos, impidió que hubiera trabajo para los jóvenes, forzándolos a emigrar, impuso alquileres que estaban muy por encima de lo que la gente podía pagar, y jubilaciones que no alcanzaban para nada, y que además debían ser mendigadas haciendo horas y horas de cola frente a la caja, para después ser arrebatadas de manos de sus poseedores por rapiñeros que a su vez hacían cola para esperar a los viejitos que salían de cobrar.
Pero los habitantes de ese país opusieron una tenaz resistencia al gobierno de facto, acabando por derrotar a los dictadores, y dejándoles bien clarito que, si era una cuestión de vivir mal, había que hacerlo por propia voluntad, y no porque a un puñado de capitanejos se les antojara. Conquistada la restauración democrática, entonces, y sobre las ruinas dejadas por la dictadura, nuestros héroes se abocaron minuciosa y concienzudamente a la construcción de un país donde los obreros y los empleados ganaran sueldos muy bajos, los jóvenes no pudieran conseguir trabajo y debieran emigrar, los alquileres estuvieran muy por encima de lo que la gente pudiera pagar, las jubilaciones no alcanzaran para nada y además hubiera que mendigarlas haciendo horas y horas de cola frente a la caja, para después perderlas a manos de los rapiñeros que a su vez hacían cola para esperar a los viejitos que salieran de cobrar."

Será así nuestro destino ? - pregunto yo.

lunes, 7 de febrero de 2011

Una partida de ajedrez

La siguiente escena es de la película de Ingmar Bergman "El séptimo sello" (1957). En ella la Muerte se le aparece al caballero por primera vez. Expresa su misión, que es llevarse al caballero pero éste le contraoferta una partida de ajedrez para aplazar su propia muerte.
La Muerte y el caballero que vuelve de las cruzadas empiezan a jugar el ajedrez de la vida, y la muerte.

A mí esta película y en especial esta escena me impactaron siempre profundamente desde mi juventud.



Dirán que es propio de idiosincracias nórdicas, donde los problemas cotidianos están todos resueltos.
Dirán que es del siglo pasado; cuando la cultura y la sociedad estaba más sacralizada.

Pero la muerte sigue siendo, por suerte o por desgracia, ubicua y actual.
Trabaja tanto en Suecia como en Argentina.
Y prefiero toda la vida a un sueco torturado porque dios no existe a un argentino torturado porque existe Tinelli. O Kirchner o Macri o la televisión o la inflación o lo que quieran poner en vez.

Corolario psicodélico: tanto dios como Tinelli/Kirchner/Macri/televisión/inflación son animales fantásticos.

El "no-lugar"

Marc Augé es un antropólogo nacido en 1935, especializado en la etnología, es decir estudia las distintas culturas humanas a lo largo del tiempo. En su obra destaca una aproximación al concepto de la "sobremodernidad" construido a partir de una reflexión sobre la identidad del individuo en función de su relación con los lugares cotidianos y la presencia de la tecnología.

También podemos la sobremodernidad como la aceleración de todos los factores constitutivos de la modernidad, del siglo XVIII y XIX. Según Augé, en la sobremodernidad, se tiene una relación nueva con los espacios del planeta, y una individualización nueva. También se conocen tantos acontecimientos a través de la televisión, y de los medios de información en general, que tenemos la sensación de estar dentro de la Historia sin poder controlarla. Es decir, se desarrolla a la vez una ideología del presente –porque el pasado se va muy rápidamente y el futuro no se imagina-, y este presente está siempre cambiando.

Marc Augé también acuñó el concepto "no-lugar" para referirse a los lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como "lugares". Ejemplos de un no-lugar serían una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto o un supermercado. Desgraciadamente es mayoritariamente conocido por ser el autor de este último concepto, dejando de lado las variedades de su profunda obra.

Como antropólogo y etnólogo ha tenido una gran exposición al fenómeno religioso y en un reportaje publicado por un diario argentino, expone una idea que me pareció superlativa conectando su visión del "no-lugar" con la religión.

Dice Augé : "la mayor parte de los sistemas religiosos necesitan imaginar algo antes y algo después. Es una manera de vivir la vida, como un no-lugar. Y la vida es el único lugar."

Para la religión la vida es sólo una terminal de aeropuerto o un cuarto de hotel entre destinos mucho más importantes.

Pero algunos se dan cuenta de que era el único lugar valedero sólo con el check-out.