sábado, 27 de junio de 2009

Vielle a rue

Algunas personas me han señalado que mi blog es demasiado impersonal.
Yo no lo considero necesariamente como un defecto, tal vez por el hartazgo que me produce una blogosfera repleta de escribas que se miran el ombligo.
Pero para ponerme un poco personal contaré algo que nadie sabe.

Hace muchos años estaba muy enamorado de una mujer que digamos, no me correspondía demasiado.
Cansado de la montaña rusa emocional que produce la histeria y la seducción inconclusa, decidí poner distancia.
Viajé entonces a otro país en plan de ver arte contemporáneo y despejar mi cabeza. Era una bienal internacional.
Pero mi mente seguía obsesionada y los celos "asomaron su horrible cabeza". Sospechaba de un amigo de ella, llamado Víctor. Paseaba por paisajes tropicales y veía instalaciones de vanguardia sólo para atormentarme una y otra vez.

Pero una mañana diáfana de sol caminé por una avenida y entré a una librería. Aun sabiendo que no podría comprar ni leer ningún libro, porque no dominaba el idioma local. Pero el lugar era tan acogedor que incluso al fondo mirando un profuso jardín había también discos con cabinas para escuchar. Elegí uno muy raro que y me puse a escucharlo.
Una música folclórica que no conocía comenzó a mover mis pies al ritmo de una alegría que parecía bajar de los cielos como la luz que bañaba el jardín.
La música era "Ad vielle que pourra" un grupo canadiense de Quebec que recupera el viejo folclore francés y lo mezcla con distintos ingredientes.
Cuando miré con mayor detenimiento el disco y leí el título de la canción que me había iluminado la mañana empecé a reír. A reír mucho, a las carcajadas. El tema se llamaba "Serre moi plus fort, Victor". No sé exactamente lo que significa pero era una broma sobre mis celos enfermizos que el azar jocosamente me brindaba. Cuando terminé de reír, podría decir que horas después, ya no tenía celos y mi mente estaba tan diáfana como el día.

Años después descubrí que Daniel Thonon, el músico fundador de Ad Vielle que pourra se formó como clavecinista en el Conservatorio de Ginebra en Suiza.
Actualmente Thonon es un referente mundial del hurdy gurdy o vielle a rue, un instrumento medioeval poco conocido. Pero mi maestro de otro instrumento poco conocido, la viola da gamba, estudió en el mismo lugar, el Conservatorio de Ginebra.
O somos muy pocos o el mundo es mucho más chico de lo que creí.

Como epílogo, puedo decir que sigo enamorado de la misma mujer, la madre de mi hijo, y que sigo bailando con Ad vielle que pourra.

Para la alegría es aconsejable ser conservador.

lunes, 22 de junio de 2009

Egberto

Cuenta la leyenda que el joven músico de Brasil, Egberto Gismonti rechazó una beca para ir a estudiar música europea a Viena, Austria; para poder quedarse en su país y profundizar su estudio de las riquísimas músicas folclóricas.
Pero tiempo después viajó a París donde estudió con Nadia Boulanger, maestra de muchos músicos importantes del siglo XX.
Con ella estudió orquestación y análisis musical y con el compositor Jean Barraqué, alumno de Arnold Schoenberg y Anton Webern, dodecafonismo. Su encuentro con estos dos grandes íconos musicales le sirvió para encontrar su propio lenguaje musical, mezclando la vanguardia europea, con la música brasileña, tanto popular como clásica. Al finalizar su curso, Nadia Boulanger le recomendó que volviese a Brasil, e investigase su música porque, en Europa, ya estaba casi todo hecho y en Brasil había mucho por descubrir.
Según algunos Egberto compartió clases con Astor Piazzola quien habría recibido de su maestra en común el mismo consejo.

Se ve que le hicieron caso.

Un pequeño reportaje a Egberto y su tema Palhaco (payaso).



Y Astor toca en los 70's "Soledad".

De amor y odio

Cuando nos enamoramos una sensación nueva y arrolladora nos acapara el espíritu.
Es embrigante y pareciera que toda nuestra cotidianeidad está bañada con otra luz.
Incluso cuando no estamos con la persona amada.
Hasta las cosas más banales nos hablan de ella.
De ella ?
O de lo que pensamos que es ella ?

En la etapa de seducción, uno y otro amante tratan de mostrar lo mejor de cada uno.
Y si son astutos, además en pequeñas dosis.

Entonces el enamoramiento se potencia, porque lo que no vemos, lo que desconocemos debe forzosamente ser tan seductor como lo poco que vemos.
Uno "rellena" lo que no conoce del otro con su proyección esperanzada de perfección.
Pero no es así y el gran secreto del amor consiste en mantenerlo cuando la cotidianeidad compartida nos devela todos o casi todos los misterios del amado.
Amado humano, con fallas, defectos, fobias, manías y olores, suciedades y desprolijidades varias.
En suma, la ignorancia fomenta de alguna manera el amor.

De forma análoga, muchos tememos lo que no conocemos. E incluso algunos llegan a odiar lo que es distinto, o más sencillamente lo que no se conoce.
Muchos argentinos odian o discriminan o miran con resentimiento a inmigrantes africanos con piel de ébano que hablan un francés inentendible u quién sabe qué lengua. Wolof si son de Senegal, por ejemplo. Pero el racista no lo sabe. No sabe que los senegaleses aman cantar y tocan complejísimos ritmos con orquestas de percusión que harían palidecer a Stockhausen. No saben que muchos son baifal, una secta sufí nacida de un revolucionario anticolonialista llamado Sheik Amadou Bamba. Tampoco saben los racistas que los sengaleses veneran a sus cantores o bardos, que lo llaman "griots" y que según la leyenda son enterrados adentro de los árboles baobab.
Como no lo saben, todo lo que no conocen del otro se "rellena" con miedo y con su proyección paranoica de angustia. Y pasa con muchas otras personas, desde los judíos y paraguayos hasta alguien que piense un poco distinto o tenga costumbres diferentes.
En suma la ignorancia fomenta de alguna manera el odio.

Idea extraña para occidente pero común en el budismo. La ignorancia es un pecado. El desconocimiento conlleva una falta ética.
Pero cuando conocemos qué pasa? Nos alejamos de las emociones y llegamos a los que los griegos helenísticos llamaban "ataraxia". Nada perturba el espíritu.
Si debemos dejar de lado la pasión amorosa parece un precio alto. Pero si desterramos para siempre los odios y la violencia, ya parece bastante barato.

Pero en el mito fundacional de Occidente, dios expulsa del paraíso a Adán y Eva por probar el fruto del árbol del conocimiento, del bien y del mal.

Conocer conlleva riesgos, pensaba dios.
Yo creo que se equivoca.

viernes, 12 de junio de 2009

Sinestesia

En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien bien yo sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que me guiaste!,
¡Oh noche amable más que el alborada!,
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y yo todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entra las azucenas olvidado.





Un ejercicio de sinestesia, "La noche oscura del Alma" de San Juan de la Cruz poeta místico español del siglo XVI y Hille Perl tocando una transcripción en viola da gamba de la Sarabanda
de la suite para Cello nro 5 en Do Menor de J. S. Bach.

Palabras.
Un poeta masculino que habla como mujer. Un hermoso poema de amor con un erotismo nocturno casi audaz para la época. Una metáfora mística del alma femenina del poeta que se une a su "esposo" divino. Todo eso y nada.

Música.
Arpegios que suben y caen como lamentos. Preguntas que se hacen una y otra vez como esperando una respuesta que nunca llega. Sonidos graves cuya resonancia va construyendo una melancolía que contiene al que escucha. Todo eso y nada.
Imágenes.

Una vela que se enciende en medio de la noche. Una hermosa mujer que sale a buscar quién sabe qué. Una puerta que se abre para darle paso a una fantasmal galería. Una mirada que se pierde en la noche para encontrarse a sí misma. Todo eso y nada.

No sabemos si Juan encontró a su dios, si Johann Sebastian encontró su respuesta o si Hille se encontró a sí misma.

Yo encontré cosas en todos ellos al ponerlos juntos.

jueves, 11 de junio de 2009

Preguntas

Las respuestas si son son completas es casi seguro que son erróneas.

Si las respuestas son verdaderas es casi seguro que son incompletas.

Por eso son preferibles las preguntas a las respuestas.

viernes, 5 de junio de 2009

El padre y Fiodor

Fiódor Mijáilovich Dostoyevski es sin lugar a dudas uno de los mejores escritores que la humanidad ha sabido producir.
Pero creo que su historia personal tiene una resonancia lúgubre con el tema de la paternidad que se escucha a lo largo de su vida una y otra vez.
Algo así como un acorde disonante que da carácter a toda la pieza.
Fiódor fue el segundo de los siete hijos nacidos del matrimonio de Mijaíl Dostoyevski y su esposa María Fiódorovna. Un padre autoritario, médico en el Hospital para pobres Mariinski en Moscú, y una madre vista por sus hijos como un refugio de amor y protección marcaron el ambiente familiar en la infancia de Dostoyevski. La temprana muerte de la madre por tuberculosis en 1837 sumió al padre en la depresión y el alcoholismo, lo que provocó que finalmente Fiódor y su hermano Mijaíl fueran enviados a la Escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo, lugar en el que el joven Fiódor comenzaría a interesarse por la literatura.

En 1839, cuando tenía 18 años, le llegó la noticia de que su padre había fallecido. Los siervos de Mijaíl Dostoyevski (hidalgo de Darovóye), enfurecidos tras uno de sus brutales arranques de violencia provocados por la bebida, le inmovilizaron y le hicieron beber vodka hasta que murió ahogado. Otra historia sugiere que Mijaíl murió por causas naturales, pero que un terrateniente vecino suyo inventó la historia de la rebelión para comprar la finca a un precio más reducido. La primera versión es sin embargo tan novelesca que merece ser la verdadera. En parte, Fiódor se culpó posteriormente de este hecho por haber deseado la muerte de su padre en muchas ocasiones. Sigmund Freud se fijó en estos hechos para redactar su famoso artículo Dostoyevski y el parricidio, escrito en 1928.

Dostoyevski sufría de epilepsia y su primer ataque ocurrió cuando tenía nueve años. Los ataques epilépticos ocurrieron esporádicamente durante su vida y se cree que esas experiencias formaron las bases para la descripción de la epilepsia del príncipe Myshkin en su novela El idiota y la de Smerdiákov en Los hermanos Karamázov.

Lo que nos lleva a la escritura de su magnum opus, Los hermanos Karamázov, que superficialmente es la historia de, oh casualidad! , un parricidio. Esta novela se empezó a escribir en abril de 1878, pero un mes después fue interrumpida por la muerte del hijo del autor Aliosha, de tres años. Aún cuando este suceso era trágico en cualquiera de las circunstancias, la muerte de Aliosha fue devastadora para Dostoyevski a causa de que el niño murió de epilepsia, una condición que había heredado de él. El dolor del novelista es palpable al leer el libro. Dostoyevski nombró Aliosha al héroe de la novela, además de dotar a éste con todas las cualidades que él mismo admiraba. Esta tragedia también aparece en la novela como la historia del Capitán Snegiriov y su pequeño hijo Iliushechka.

Una experiencia muy personal también tuvo influencia en la decisión de Dostoyevski de que fuera un parricidio el crimen que dominara la acción externa de la novela. Al tiempo que cumplía con su sentencia de trabajos forzados en Siberia por hacer circular textos políticamente subversivos en los años 1850, Dostoyevski conoció a un joven llamado Ilinski que había sido condenado por asesinar a su padre para convertirse en heredero. Casi 10 años después de este encuentro, Dostoyevski se enteró de que Ilinski había sido injustamente condenado y más tarde exonerado cuando el verdadero asesino confesó su crimen. El impacto de este encuentro en el autor es bien claro en la novela, ya que es el principal vehículo de la trama. Muchas de las características físicas y emocionales del personaje Dmitri Karamázov son muy parecidas a las de Ilinski.

Pero más irónicamente, en el prólogo a Los Hermanos Karamázov, el autor explica que en realidad la novela que tenía en mente es la secuela con la vida adulta de Aliosha Karamazov y su búsqueda frenética de la santidad.
Pero como su contexto e historia familiar eran muy determinantes en su vida, la figura y la muerte de su padre, se ve forzado a escribir antes una primera parte de la novela.
Pero deja en claro que la novela "buena" y que le interesaba escribir era la segunda parte. Aliosha sería tomado como principal protagonista del segundo tomo, 20 años después de lo acaecido con el parricidio, período en el cual el joven se ve envuelto en el mundo revolucionario y en un crimen político, además del retorno a casa de su hermano Mitia.

Murió tres semanas después de terminar la primera parte de una hemorragia pulmonar asociada a un enfisema y a un ataque epiléptico.

La sombra del padre.
El padre del escritor arroja su sombra sobre él y le arranca la alegría. El escritor arroja su sombra sobre su hijo y le arranca la vida. En la novela el padre arroja su sombra sobre sus hijos y les arranca su destino.

Pero el mismo destino en la realidad, por no decir el dios perverso que obsesionaba a Mijáil; arroja la sombra final sobre nosotros, arrancándonos a Dostoyevski y la novela completa, su hijo.



lunes, 1 de junio de 2009

Películas

Anoche, en una interesante charla sobre mística, alguien, conocedor profundo del budismo; contó algo que me dejó pensando hasta la madrugada.
Según él, cuando se proyectaban las primeras películas en las salas de cine, a los espectadores se les hacía difícil diferenciar las imágenes proyectadas de la realidad.
Por ejemplo, si se proyectaba un tren acercándose, la gente gritaba asustada pensando que iban a ser arrollados indefectiblemente.
Aún hoy, cuando uno va al cine, se ve emocionalmente envuelto en la película, si es buena; y llora, se enoja, tiene miedo y experimenta sensaciones como si fueran parte de su propia vida.
Pero si bien uno está "en la película" emocionalmente, siempre sabe que es una ficción y que sale de esa realidad con un pequeña racionalización, "estoy en un cine, viendo una película y el loco de la motosierra no va a descuartizarme".
Alguna vez alguien me dijo que el éxito del cine es debido a que usualmente los espectadores ven una realidad "con los ojos de Dios". Ven lo necesario para armar una historia pero sin tomar parte activa manteniendo siempre, por lo menos a nivel narrativo, una perspectiva omnisciente.
Salvo claro, la moderna utilización de la cámara subjetiva, que usualmente denota suspenso o miedo.
Pero volviendo al tema de la irrealidad de las películas, es claro que uno a los efectos de involucrarse en la historia, la acepta momentáneamente como realidad.
Todo esto me llevó a pensar en dos direcciones distintas y contrapuestas.
Una, desencantada con el mundo contemporáneo, ve esa actitud de "estar pero salirse en cualquier momento" un patrón de conducta en todos los ámbitos cotidianos. Uno se involucra pero hasta ahí con todas las cosas, pero en forma egoísta se mantiene siempre una vía de escape hacia algo más allá por fobia o paranoia. Esta idea adolece de asemejarse al cliché que la contemporaneidad posmoderna impuso la superficialidad, el saltar rapidamente entre todas las cosas, el acelere y el desapego emocional mal entendido.
Pero llegamos a un término budista, el desapego, lo que me lleva a la segunda idea.
El budismo y el hinduísmo antes, hablan del "velo de la realidad" que hay que descorrer.
No será que toda la realidad es una película de un tren que nos arrolla ?
Nos involucramos afectivamente, lloramos bastante, reímos bastante menos por desgracia y para cuando llegan los títulos, nos morimos.
Entretanto, estuvimos enredados en un ficción que de tan parecida a la realidad, nos la creímos todo el tiempo. Idea también un poco posmoderna, nada de lo real es real.
Cuál de las dos ideas es correcta ?

A lo mejor, el pensar sea otra película irreal.