viernes, 10 de septiembre de 2010

Espolones y saliva verde

Encontré este viejo poema del maestro Leonard Cohen.

Todo lo que hay que saber acerca de Adolph Eichmann
OJOS:........................................................ Normales

PELO:........................................................ Normal

PESO:....................................................... Medio

ESTATURA:........................................... Media

CARACTERÍSTICAS ESPECIALES:.......... Ninguna

NUMERO DE DEDOS:............................. Diez

NUMERO DE DEDOS DE LOS PIES:.......... Diez
INTELIGENCIA:.................................... Normal
¿Qué esperabais?

¿Espolones?

¿Enormes incisivos?

¿Saliva verde?
¿Locura?


Lo que me lleva pensar en la banalidad del mal, como decía Hannah. En la sociedad actual convivimos a diario con el recuerdo doloroso de la dictadura militar. Muchos de los actuantes, de ambos bandos, están todavía vivos. Y los militares asesinos, si bien están siendo juzgados, no recibieron el merecido castigo en tiempo y forma. Justicia era prisión perpetua desde 1983 y en cárceles comunes. Y si mi apuran un poco digo "Nuremberg".
Pero el poema me dispara hacia otro lado. Existen muchos adherentes todavía al accionar de los militares durante la dictadura. Y los responsables mismos no parecen tener mucho arrepentimiento que digamos.
Estoy seguro que la gran mayoría de los jerarcas nazis eran gente que cantaban corales de Bach a la noche con sus hijos, después de una ardua jornada de trabajo en el campo de concentración. De forma similar, los militares argentinos y especialmente la sección de la sociedad que los sigue reinvindicando; son gente normal, indistinguibles a simple vista del resto. Son amables, simpáticos, trabajan, estudian y podrían hasta compartir una reunión social con cualquiera.
Porque en realidad, el mal somos nosotros.
Podemos convertirnos en la encarnación del mal en cualquier momento ? Estamos tan cerca como intento sugerir de un Videla o un Etchecolatz o un Himmler ?
Qué es lo que nos separa de "ellos" ? Alguna influencia externa o algo inherente a cada uno ? Y si es algo interno, lo tenemos todos y se puede desatar en cualquier circunstancia ?

La línea que nos separa de un nazi es mucho pero mucho más delgada de lo que nos animamos a ver.

Ahora bien qué es lo que nos hace cruzar esa línea ? Es de vital importancia saberlo porque es el frágil dique de contención entre uno mismo y el mal.
Una primera respuesta es la ignorancia. Como dije muchas veces, para el budismo el ignorante es un pecador. Esa idea ética asociada a la ignorancia es desconocida en Occidente y puede resultar muy útil para nuestro análisis.
Pero la ignorancia no basta, tiendo a pensar que es condición necesaria pero no suficiente para adherir a formas brutales de ejercicio de violencia. Además podremos tildar de incultos a la plana mayor de las FFAA argentinas de principios de los 70's pero no a la mayoría del ejército y el pueblo alemán de los 30's.
Otra razón es el miedo, bastante ligado a la ignorancia, porque solemos temer a lo que no conocemos bien. Podría explicar el antisemitismo, por ejemplo pero hace falta algo más.
La memética, como cualquier teoría de moda, puede aportarnos algo, ya que la transmisión de ideas por su atractivo y no por su valor de verdad, favorece en demasía la diseminación del mal. Porqué ? porque es más fácil y cómodo aceptar la idea de que la culpa de todo la tiene el gobierno, o los inmigrantes, o los judíos, que uno mismo.

La escritora turca Elik Shafak, en una conferencia reciente de TED, que puede verse aquí, cuenta cómo su abuela curandera de pueblo en Turquía curaba las verrugas. Las rodeaba con círculos de tinta china negra. La idea es que algo que pierde contacto con el exterior, algo rodeado y aislado, termina muriéndose. Esta idea del círculo como forma de matar a algo, se puede ampliar, como creo que hace ella, a las etiquetas, prejuicios o clasificaciones a las que somos tan pero tan afectos. El problema es que los círculos o las etiquetas son más cómodos que el difuminado leonardesco de la realidad.
Y el dibujar círculos mentales es la base fundacional del fanatismo.

Hace un par de semanas asistí a la presentación de un libro en la Asociación de Psicoanalistas de Buenos Aires. Mi suegro presentaba un libro sobre, precisamente fanatismo. No lo leí todavía, es un deber familiar que debería cumplir; pero aprendí mucho de la charla.
Una de las tesis principales es que todos somos potenciales fanáticos porque el fanatismo se nutre de una estructura básica autista común al desarrollo de todas las mentes humanas. Me gustó la idea de que en el fondo todos somos medio autistas. "Yo siempre sé lo que te digo, pero nunca sé lo que escuchaste".
Y el contagio del fanatismo se produciría por "entrelazamiento" una idea tomada de la física cuántica que explicaría la convergencia fanática instantánea por similitudes de autismo fundacional.

La ignorancia, el miedo, el contagio memético, el encerrar a la realidad en "círculos", el autismo congénito, el fanatismo a cualquier idea son todos factores que nos acercan al "Mal" en nuestra vida cotidiana.

La línea que nos separa de un nazi es mucho pero mucho más delgada de lo que nos animamos a ver.

Y qué cosas engrosarían esa línea ? Tal vez el humor, como Capusotto que confiesa que Miki Vainilla, un personaje racista en clave pop, contiene cosas de él mismo que no se anima ni siquiera a pensar. Tal vez la permeabilidad mental que evita el necrosamiento psíquico presente en todo fanatismo. Tal vez la música, lenguaje universal que pincha los círculos en los que nos refugiamos.

Igual me sigue pareciendo poco.

La línea que nos separa de un nazi es mucho pero mucho más delgada de lo que nos animamos a ver.

¿Qué esperabais?

¿Locura?

7 comentarios:

Hecho Seleccionado dijo...

Wow. Me pareió impresionante. Vos sabés que siempre me maravilla cuando una idea inicial (el poema de grandioso LC) empieza a incendiarse en una mente (la tuya) y uno puede seguir el camino que comoreguerodepolvora se va quemando dejando chispazos en el aire. Parece que es una sola idea, pero sin embargo está florida de muchas otras, tiernas, en estado de erupción esporulada a la espera de alguien que las desarrolle.

Estoy de acuerdo en la idea central. Pero me resultan muy atractivas todas estas ideitas nuevas que surgen de los brazos de la idée mère anterior. Por ejemplo la idea de que los ignorantes no puden tener humor. Es decir que el humor bien podría ser un acto de sabiduría profiláctico de la decadencia fanática. El desarrollo del humor está fuertemente subestimado, aún en los círculos psicoanalíticos: tu suegro me enseñó que la preencia de risas en una sesión o en una clase o reunión es síntoma de que se está realizando una buena tarea.

Abrazo enorme.

Paula Marión dijo...

Mi querido amigo, como siempre, hay cosas que se me escapan: la banalidad del mal, de Hanna (¿Arendt?), el concepto de autismo que aquí se utiliza (alude tal vez al malentendido fundamental del lenguaje del que habla Lacan?), ay, cuántas cosas se me escapan! Sin embargo, tal vez pueda arrimar mi pensamiento acerca del fanatismo. NO somos buenos, no, mal que les pese a los románticos. Pero muy lejos estamos de los nazis, esa línea no es tan delgada. El fanático tiene una gran mella en su autoestima, tanto, que lo diferente, le hace sentir amenazada su propia exitencia. Por eso, su mejor defensa es el ataque, un ataque feroz, exterminante. No estamos tan mal de la autoestima, o sí?
Con respecto a lo que dice tu amigo referido al humor; el humor puede ser inteligente o no. Muchas veces, disfrazado de "inteligencia", sirve para banalizar situaciones que merecen ser tratadas más seriamente. No creo que sea el caso de Capusotto,pero, como vos mismo decís:sé lo que te digo, pero no sé lo que escuchaste.

goolian dijo...

Hecho, las ideas pueden ser rizomas.
Y desenvolverse ligándose unas a otras.
Con respecto al humor, creo que su estudio como arma de desarme es bastante escaso a pesar de Bergson y Freud.
El desplazamiento contextual instantáneo que puede producir el humor o la risa, son capaces de desmantelar cualquier sistema mental que necesite ser dinamitado.

goolian dijo...

Paula, sí estoy hablando de la frase acuñada por Hannah Arendt en su libro "Eichmann en Jerusalén", que me bajé de la web porque era más fácil que comprarlo en papel porque está agotado.
Para Arendt, Eichmann no era un monstruo, o un «pozo de maldad» sino alguien bastante común, como expresa el genial poema del monje zen Leonard Cohen, otro paisano. Los actos de Eichmann no eran disculpables, ni él inocente, pero dichos actos no fueron realizados porque Eichmann estuviese dotado de una inmensa capacidad para la crueldad, sino por ser un burócrata, un operario dentro de un sistema basado en los actos de exterminio.
Sobre este análisis Arendt acuñó la expresión «banalidad del mal» para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos.
Algo bastante parecido a lo que nos dice la teoría memética sobre las ideas infecciosas que se contagian por su atractivo y no por su valor de verdad.
Otro autor más moderno, el francés Michael Onfray analiza en "El sueño de Eichmann", la adhesión absoluta del jerarca nazi al sistema Kantiano donde el imperativo categórico de obedecer triunfa sobre la humanidad del individuo. Para Eichmann, Kant era su filósofo preferido y su guía de pensamiento.
Con respecto a Lacan, creo que no. Según el experto en Bion, mi suegro, la base autista existe en todas las psiquis como una "ausencia" que puede desarrollarse en mayor o menor medida y que eventualmente puede constituir terreno fértil para la implantación de ideas fanáticas.
La autoestima baja puede ser un factor, pero me interesaba echar luz como otros factores posibles como el miedo o la ignorancia. O como dicen Arendt y Onfray la adhesión absoluta a la norma, "pertenencia" o "lo que hacen todos". Pensado así, los imperativos de la moda o del consumo tienen un costado fanático que se diferencia de algo más siniestro como el fascismo, sólo por una cuestión de escala.

Como observandome a mí mismo, veo muchas veces que los falsos factores "exógenos" creadores de ideas fanáticas tienen presencia constante en mi mente, me explayé pensando en cómo se recorre la distancia entre la normalidad y el fanatismo. Y me pareció sumamente corta.

Da mucho pero mucho trabajo me parece mantener una mente flexible, abierta, receptiva al cambio y comprensiva a través de los años. Casi casi tan difícil como el cuerpo.
Pero para las articulaciones, después de los 40 tenemos la natación, el yoga o el tai chi.
Para la psique en cambio, creo que tenemos poco y nada.

G dijo...

Quizás sí por miedo o por ignorancia (por rabia, también, podría ser) esa línea sea delgada. O por cómodos, que sería le peor opción, no? El camino corto es decidir por alguien o que alguien decida por uno y listo, si hay que ponerse a pensar, viejo, con todo lo que tengo para hacer...

goolian dijo...

Gra, efectivamente por acomodamiento puede ser la peor opción.
O por obediente.

Por eso los hippies tenían razón, "question authority", decían.

anita dijo...

A raíz de tu sugerencia en la entrada del viernes 29 de octubre, releí esta.
Acerca de la ignorancia y su concepción en el budismo, en el cristianismo (o más concretamente en el catolicismo) el ignorante es inocente... no sabe, no tiene culpa...
Pero una vez que esa ignorancia deja de ser tal, entonces sí es responsable. Hay una cita del Evangelio que dice más o menos que el que pone la mano en el arado, ya no puede volver la vista atrás... Siempre la relacioné con saber: una vez que conozco algo, no puedo hacer como que no...
Y a veces me pregunto si escudarse en el "no sabía" es una forma cómoda de eludir responsabilidades y alegar inocencia...
En lo personal, creo que no... que se tiene la obligación de tratar de saber... pero es mi opinión estructurada...