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Como diosa de la aurora, Eos abría las puertas del infierno con «sonrosados dedos» para que Helios pudiera conducir su carro por el cielo cada día. En la Ilíada de Homero su toga de color azafrán está bordada o tejida con flores; con dedos sonrosados y brazos dorados, era representada en vasijas áticas como una mujer sobrenaturalmente hermosa, coronada con una diadema y con largas alas con plumas blancas de pájaro: "Eos, de azafranado velo, se levantaba de la corriente del Océano para llevar la luz a los dioses y a los hombres..." cantaba Homero.
Titono fue su consorte más fiel, de cuyo diván la imaginaban levantándose los poetas. Cuando Zeus le robó a Ganimedes para que fuese su copero, Eos le pidió que hiciese inmortal a Titono, pero olvidó pedir la eterna juventud. Titono vivió por tanto para siempre pero se hizo más y más anciano, convirtiéndose finalmente en un grillo. Destino mucho menos glamoroso que la inmortalidad pedida.
Según Hesíodo, Titono y Eos tuvieron dos hijos, Memnón y Ematión. Memnón luchó junto a los troyanos en la Guerra de Troya y fue muerto. Su imagen con Memnón muerto sobre sus rodillas, fue uno de los íconos que inspiraron durante los siglos posteriores a la Pietá cristiana.
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El ánfora pintada con la Pietá avant la lettre es del siglo V a.C. y está en el Louvre.