Cuenta Plinio el Viejo en el libro 35 de su "Historia Natural" que la hija de un alfarero llamado Dibutades vivía en Corinto enamorada de un joven extremadamente bello.
Él tuvo que partir a la guerra. En la última noche que pasaron juntos, ella no lo abrazó.
Ni siquiera lo besó.
Levantó con su mano izquierda una lámpara de aceite.
Tomó con su mano derecha una brasa extinguida del brasero hecha carbón.
Se aproximó a él.
No acarició el volumen de su cuerpo, que sin embargo marcaba su deseo.
Prefirió delimitar el perímetro de su sombra en la superficie del muro que se elevaba detrás de él con el trozo de carbón.
Al día siguiente su padre al ver el dibujo lo modeló en arcilla.
Según esta leyenda la joven, cuyo nombre no ha perdurado, inventó la pintura.
Su padre, Dibutades el alfarero, inventó la escultura.Él tuvo que partir a la guerra. En la última noche que pasaron juntos, ella no lo abrazó.
Ni siquiera lo besó.
Levantó con su mano izquierda una lámpara de aceite.
Tomó con su mano derecha una brasa extinguida del brasero hecha carbón.
Se aproximó a él.
No acarició el volumen de su cuerpo, que sin embargo marcaba su deseo.
Prefirió delimitar el perímetro de su sombra en la superficie del muro que se elevaba detrás de él con el trozo de carbón.
Al día siguiente su padre al ver el dibujo lo modeló en arcilla.
Según esta leyenda la joven, cuyo nombre no ha perdurado, inventó la pintura.
Padre e hija inventaron el arte.
1 comentario:
Hermosa historia y maravillosoel cuadro... gracias...
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