viernes, 12 de agosto de 2011

Dos malas costumbres

Existen ciertas normas elementales de educación, como por ejemplo no eructar en las comidas o no hurgar los restos sólidos remanentes en las fosas nasales, o por lo menos no hacerlo en público.
No ahondaremos en la lista de costumbres socialmente indeseables, algunas tan sutiles como el "ninguneo" pasivo-agresivo o el hablar a los gritos. Me interesa sin embargo extender la idea de malas costumbres a las formas de pensar y percibir la realidad que tenemos. De forma análoga existen "malas maneras" de pensar a las que estamos acostumbrados. Vayan de muestra dos ejemplos.
Dos padres, a los que podríamos llamar Federico y Silvina, tienen un hijo de 11 años en edad escolar cuyo nombre es Julián. A lo largo de varios años, el pequeño Julián se ha sacado siempre un 7 en cada examen que ha rendido en el colegio. Su performance académica, si bien no es descollante satisface a sus padres. Un buen día, el pequeño se saca un 4 y la reacción de Federico y Silvina no se hace esperar. Castigos varios, prohibición de mirar dibujitos por televisión, estrictos horarios de estudio, desaparición de dulces varios y acortamiento de salidas con amigos; son algunas de las draconianas medidas que aplican los de repente preocupados padres. En el examen siguiente, Julián vuelve a sacarse un 7. Federico y Silvina se felicitan orgullosos de las medidas disciplinarias que han tomado. Pero un par de semanas después, el niño vuelve a asombrar a sus padres, pero esta vez con un 10. Entonces es el turno de las recompensas. Salidas al cine, chocolates y caramelos hasta el hartazgo, visitas interminables de amigos, los juguetes nuevos siempre postergados, etc. etc. Al mes siguiente, en un nuevo examen, nuestro pequeño estudiante vuelve a sacarse, como casi siempre, un 7. Y continúa así hasta fin de año.


Casi todos los padres, como fue el caso de Federico y Silvina; pensarán que el castigo fue mucho más eficaz que el premio. Cuando Julián bajó su promedio y lo castigamos rápidamente volvió a nivelarse, pero cuando lo subió abruptamente, los premios no consiguieron mantenerlo en un una nota superior; pensaron los equivocados padres. No existe una relación de causa y efecto real entre los castigos y premios al pobre Julián y su rendimiento académico. Lo que experimentó nuestro pequeño héroe fue el fenómeno estadístico de regresión a la media. A lo largo de la muestra estadística, los sucesivos exámenes escolares, existe una media, el promedio de 7, y desvíos con respecto a dicho promedio que por regresión a la media son rápidamente corregidos, sin necesidad de prohibiciones o chocolates.

Es por lo tanto una mala costumbre mental, ver relaciones de causalidad donde no las hay. Muchas veces incide mucho el desconocimiento de conceptos elementales de matemáticas y probabilidad.

El mercado trata de imponernos productos culturales de todo tipo, todo el tiempo. El último disco de la reventada cantante de pop inglés, la novela ganadora del último y prestigioso concurso editorial o la ultima pelicula semi documental del controvertido cineasta. La vieja falacia de que algo es bueno sólo por ser bueno. O su contrario. La edad y la calidad son sucesos linealmente independientes. La producción de calidad artística necesita del paso del tiempo para comprenderla y valorarla en su real dimensión, más allá de las modas e imposiciones del mercado. Mercado que como tal, intenta vendernos un producto con un precio y si hay una actividad inútil y no funcional que realizan los seres humanos, ésa es la práctica artística; de valor absolutamente subjetivo. Además la generación de arte con mayúsculas por el animal humano, no se distribuye uniformemente a lo largo del tiempo.
Existieron y seguirán existiendo, "explosiones" de creatividad a lo largo de la historia. Algunas debidas a factores sociales y políticos, una sucesión de reyes amantes de la música en la Inglaterra de finales del siglo XVI ofreció una pléyade de músicos y literatos. O mediados del siglo XV en Italia luego de Concilio de Florencia y la posterior afluencia de intelectuales bizantinos fue un catalizador de lo que hoy conocemos como Renacimiento. La aparición de The Beatles, una inusual conjunción de genios; y la mímesis del blues negro norteamericano prendieron la mecha del rock inglés, altamente creativo hasta por lo menos mediados de los 70's.
Pero ese "output" de creatividad e innovación no se mantiene en el tiempo.


Muchas veces existen también factores político-militares. En el apogeo del imperio inglés, se difundió la obra de excelentes escritores; desde Daniel Defoe hasta William Butler Yeats, por nombrar algo. Pero la mejor producción literaria de las islas británicas coincidió con la expansión y dominación del mundo victoriano. EEUU en cambio tuvo su mejor producción literaria y artística en el siglo XIX, Mark Twain, Henry D. Thoreau, Edgar A. Poe, Charles Ives (activo sólo hasta 1920) , Henry James. Pero cuando en imperio norteamericano surgió, después de la II Guerra Mundial, ese florecimiento era cosa del pasado.

Una hábil maniobra mediática logró desplazar el centro del mundo de las artes plásticas de París a New York e imponer el expresionismo abstracto de pintores como Jackson Pollock como un movimiento hegemónico de la segunda mitad del siglo XX. Y es así como ahora consumimos arte norteamericano de segunda, salvo honrosas excepciones, porque al imperio le cuesta valorar su propio pasado. Escuchamos Lady Gaga y no "La pregunta sin respuesta" y leemos a Norman Mailer en vez de Ambrose Bierce, cuya foto vemos más arriba.

Una mala costumbre mental es creer que todo es uniforme. No lo es.

Ni siquiera los escritos de un blog.

6 comentarios:

betafelt dijo...

Genial.... Aguante el vaiven!!!

goolian dijo...

Te parece ?

Vanessa Alanís dijo...

vas a decir que habría que fijarse en el contenido y no en la forma. a mi me cuesta mucho trabajo obviar la forma.
La performance? o el performance? yo voy por el performance. porque de última es el desempeño. es como el ipod (por puerto) y no la ipod. o el blackberry (por el celular, el dispositivo, etc) y no la blackberry.

mmm otra. New York? Por qué acentuar París pero decir New York? la otra vez lo noté en Pau y María. es una cosa de status quo? yo voy por Nueva York. como cantaba Mecano.

el vaivén está bueno, pero se espera mucho más de ti. (o de mi) no logré conectar el sistema de premio castigo con los mercados y el boom (y no la boom) del rock inglés (que a mi me parece que es un resultado de migración inversa, muy al estilo de viejo nuevo mundo).

ps: muy bueno el disco, lo venimos disfrutando intensamente.

goolian dijo...

Pero claro, la forma es importante.
Aceptadas plenamente tus correciones. Sólo puedo agregar en mi defensa que no releo lo que escribo pero sería admitir mi negligencia.
Con respecto a la conexión son simplemente dos ideas sobre errores de pensamiento. Crear relaciones de causa efecto donde no las hay porque lo dominante es la regresión a la media, y pensar que las distribuciones aleatorias de las cosas (como por ejemplo la aparición de buenas bandas de rock) es uniforme.
El boom del rock inglés es verdad que tuvo algo de busqueda de algo imaginario con el que no tenian demasiado contacto. Fue algo así como una serendipidad (ah! la forma). Buscando el sonido de los negros bluseros del Missisippi, los blanquitos de la rubia Albión encontraron otra cosa.

Arturo dijo...

Hace muchísimos años me explicaron que el problema con las estadísticas residía en que, por ser ellas una creación que empleaba criterios y herramientas matemáticas probadas, la gente tendía a creer que lo que concluía era cierto.
Respecto a la proliferación de arte cuando las condiciones del medio lo favorecen, no hay relación con la calidad. Por caso, en la Argentina se editan una cantidad de libros impresionante, pero es difícil hallar alguno con la calidad necesaria como para convertirse -dentro de un tiempo- en un clásico. No recuerdo que se haya publicitado masivamente algún libro de poesía, o de cuentos. Todo son novelas, libros de autoayuda, de historia novelada o reciente, politiqueria barata pletórica de chismes, disfrazada de ensayo o biografía.
Los filósofos, por su parte, impostan sus discursos con referencias eruditas y términos propios de su jerga. Más que maestros, se asemejan a pavos reales.
En una cultura decadente sería difícil generar obras maestras en cantidad, ya que el medio circundante las ignoraría y aisalría. Quizá sólo podrían sobrevivir en algunos pequeños ámbitos que le fueran propicios.
Por cierto, la nota resultó interesante para pensar un rato. Lo que no es poca cosa.

don Gerardo de Suecia dijo...

Pienso en mi hijo, Martín. Pasaba siempre con resultados mediocres. Nosotros no le hemos castigado o dado favores. Ahora estudia física técnica sin problemas.
Abracadabra!Saludos desde Suecia!