La sinécdoque es un tropo o licencia retórica muy frecuentado en poesía desde el siglo XVIII que consiste en designar un todo o un atotalidad por una de sus partes (pars pro toto) o viceversa, pero siempre que ambos elementos se relacionen por inclusión. Es decir una parte de algo es usada para representar el todo.
Esto funciona muy bien cuando digo por ejemplo "tengo cuatro bocas que alimentar" porque todos entendemos que me refiero a la totalidad de las personas de mis hijos pero este tropo es muchas veces usado inadvertidamente en nuestro lenguaje causando errores de definición.
Pero mucho peor aún, la sinécdoque define muchas veces nuestra propia percepción de la realidad. De esa forma puede llegar a ser un serio problema dentro de nuestro pensamiento.
Pensemos en las heladerías, cuántas veces vamos en verano a consumir helado, cuál es nuestra heladería preferida, si son artesanales o no, cuánto sale el kilo de helado, que he comprobado puede tener variaciones gigantescas en su monto, etc. etc.
Pero sobre todo el tema principal es el gusto de los helados. Una heladería, tanto una paqueta de las que tienen mousse de maracuyá como las más sencillas de barrio, tiene una gran selección de gustos de helado distintos. Digamos aproximadamente para ser moderados un promedio de entre veinticinco y treinta gustos de helado diferente.
Ahora bien, si yo digo "helado" en una tarde tórrida de verano, mi reflejo pavloviano empieza a salivar en espera del gusto del helado de dulce de leche, pero mi mujer se deleita pensando en el chocolate frannoi y mi hijito pide a gritos un helado de melón.
Yo dije "helado" pero los tres pensamos y deseamos tres cosas diferentes.
De entre la gran variedad de opciones, personalmente no creo haber probado en toda mi vida más de doce gustos distintos de helado. Y me considero un espíritu exploratorio.
Tiendo a concluir que en general uno explora una porción más o menos grande del espacio existente para luego repetir una muestra bastante más pequeña ad-infinitum.
No conozco a nadie que haya probado, digamos unos treinta y pico de gustos de helado diferentes. Puede existir, por supuesto pero no es más que una metáfora para expresar mi idea de sinécdoque perceptiva.
La idea que propongo es que lo que pasa con los gustos de helados pasa en realidad con todas las construcciones mentales que hacemos fenomenológicamente de nuestra realidad circundante.
Cada uno tiene una visión parcial de la totalidad del universo real y esa visión es la totalidad de la realidad para él. Algo así como "rendijas" perceptivas.
Como el lenguaje tiene que ser un denominador común de abstracciones mentales se tiende a denominar con la misma palabra percepciones o concepciones de la realidad que son intrínsecamente distintas.
Al efectuar esta sinécdoque mental en forma inadvertida, terminamos generando abstracciones mentales totalmente divergentes de una misma realidad, que por otro lado es inabarcable ya que después de todo, cuántos gustos de helado distintos puede haber ?
Esto funciona muy bien cuando digo por ejemplo "tengo cuatro bocas que alimentar" porque todos entendemos que me refiero a la totalidad de las personas de mis hijos pero este tropo es muchas veces usado inadvertidamente en nuestro lenguaje causando errores de definición.
Pero mucho peor aún, la sinécdoque define muchas veces nuestra propia percepción de la realidad. De esa forma puede llegar a ser un serio problema dentro de nuestro pensamiento.
Pensemos en las heladerías, cuántas veces vamos en verano a consumir helado, cuál es nuestra heladería preferida, si son artesanales o no, cuánto sale el kilo de helado, que he comprobado puede tener variaciones gigantescas en su monto, etc. etc.
Pero sobre todo el tema principal es el gusto de los helados. Una heladería, tanto una paqueta de las que tienen mousse de maracuyá como las más sencillas de barrio, tiene una gran selección de gustos de helado distintos. Digamos aproximadamente para ser moderados un promedio de entre veinticinco y treinta gustos de helado diferente.
Ahora bien, si yo digo "helado" en una tarde tórrida de verano, mi reflejo pavloviano empieza a salivar en espera del gusto del helado de dulce de leche, pero mi mujer se deleita pensando en el chocolate frannoi y mi hijito pide a gritos un helado de melón.
Yo dije "helado" pero los tres pensamos y deseamos tres cosas diferentes.
De entre la gran variedad de opciones, personalmente no creo haber probado en toda mi vida más de doce gustos distintos de helado. Y me considero un espíritu exploratorio.
Tiendo a concluir que en general uno explora una porción más o menos grande del espacio existente para luego repetir una muestra bastante más pequeña ad-infinitum.
No conozco a nadie que haya probado, digamos unos treinta y pico de gustos de helado diferentes. Puede existir, por supuesto pero no es más que una metáfora para expresar mi idea de sinécdoque perceptiva.
La idea que propongo es que lo que pasa con los gustos de helados pasa en realidad con todas las construcciones mentales que hacemos fenomenológicamente de nuestra realidad circundante.
Cada uno tiene una visión parcial de la totalidad del universo real y esa visión es la totalidad de la realidad para él. Algo así como "rendijas" perceptivas.
Como el lenguaje tiene que ser un denominador común de abstracciones mentales se tiende a denominar con la misma palabra percepciones o concepciones de la realidad que son intrínsecamente distintas.
Al efectuar esta sinécdoque mental en forma inadvertida, terminamos generando abstracciones mentales totalmente divergentes de una misma realidad, que por otro lado es inabarcable ya que después de todo, cuántos gustos de helado distintos puede haber ?
4 comentarios:
Para mí la pregunta no es cuántos gustos de helado puede haber (bastaría elevar la cantidad de helados alguna vez fabricados a la potencia de todas las personas en cada instante de su vida, cosa que un hipotético ser superior podría hacer tranquilamente), sino ¿existe realmente el gusto del helado?
Eso es más fenomenológico. Lo que vos entiendas por chocolate nunca sabrás si es lo mismo que entiendo yo. La percepción que tenemos del mundo, es una construcción subjetiva diferente en cada individuo, que consensuamos mediante el lenguaje para funcionar mínimamente ?
O realmente existe una realidad trascendente de la que cada cual aprehende lo que puede ?
Sin duda, la percepción es una construcción singular en la que intervienen las funciones físicas y mentales de cada individuo. Es una actividad en la que influyen tanto las capacidades como la historia personal, social, etc., que dará como resultado algo distinto en cada individuo. Pero sí, como intercambiar nuestras impresiones? Somos presas del lenguaje. Lev Vigotsky decía que "el pensamiento llueve sobre el lenguaje", aludiendo a que siempre se nos queda algo por fuera. Hay un lindo texto de Paul Watzlawick sobre el tema de la realidad: "Es real la realidad"? (voy a ver si lo encuentro para alcanzártelo).También me preocupa el tema del helado, pues nos pasa con casi todas las cosas (la música, por ejemplo). Cuando tenemos la intención de probar algo nuevo, volvemos a pedir el sabor que ya sabemos que nos gusta. Es la "adherencia" de la libido a ciertas cosas. ¿Y qué si nos podemos abarcar más que una pequeña porción de realidad? Ya lo dice la gente: el que mucho abarca...
Excelente la idea de la adherencia de la libido a las cosas !
Tal vez esa "adherencia" sea un mecanismo psíquico protector.
O tal vez sea un impedimento que nos restringe nuestra percepción de la realidad.
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