Transcribo a continuación un pequeño fragmento de una novela corta del escritor argentino Ricardo Piglia. Nunca había leído nada de él y me pareció encontrar una cierta influencia de uno de mis autores preferidos, el francés Georges Perec. No creo que a Piglia le moleste la semejanza. La novela se llama "Encuentro en Saint Nazare" y si bien amplía en cierta forma lo expuesto por el fragmento; me permito disgregar hacia un paisaje distinto del elegido por el autor.
"Teoría de la repetición. Hayque recordar para no repetir. Serie de acontecimientos imperceptiblemente simétricos. En una vida la red de actos exactamente iguales alcanza, digamos, el 73,2 por ciento. Hay que pensar en el resto (los restos), en los que se filtra por los intersticios de la repetición y sucede una sola vez. En ese punto se construye el jeroglífico donde se cifra el provenir. "
"Teoría de la repetición. Hayque recordar para no repetir. Serie de acontecimientos imperceptiblemente simétricos. En una vida la red de actos exactamente iguales alcanza, digamos, el 73,2 por ciento. Hay que pensar en el resto (los restos), en los que se filtra por los intersticios de la repetición y sucede una sola vez. En ese punto se construye el jeroglífico donde se cifra el provenir. "
Actos repetitivos. Realizados día tras día un número monstruosamente grande de veces. Lavarnos la cara, defecar, lavarnos los dientes, hacer pis.
Pero también comer, dormir, viajar ida y vuelta hasta el trabajo en medios de transporte cada vez más incómodos e inhumanos.
Llegar a la noche y mirar televisión lo que no es otra cosa que una rutina continua y exasperante vendida con la ilusión de la renovación permanente. Y algunas veces es sólo la excusa para dejar que nuestra mente sea brutalmente invadida por imágenes y sonidos que anestesien nuestra propia angustia.
Pero también comer, dormir, viajar ida y vuelta hasta el trabajo en medios de transporte cada vez más incómodos e inhumanos.
Llegar a la noche y mirar televisión lo que no es otra cosa que una rutina continua y exasperante vendida con la ilusión de la renovación permanente. Y algunas veces es sólo la excusa para dejar que nuestra mente sea brutalmente invadida por imágenes y sonidos que anestesien nuestra propia angustia.
Modernidades como extraer plata de un cajero automático o consultar el pronóstico meteorológico por internet. Podemos incluir también el chequeo compulsivo de los mails o mensajes recibidos o por recibir.
Y si nos ponemos muy exigentes hasta cosas supuestamente disfrutables pueden llegar a convertirse en algo gris y vacío. Como el sexo o una buena comida. Incluso las drogas.
La repetición ad nauseam domina nuestras vidas ? Se quedó corto el personaje de Piglia con la estimación del 73,2 % ? Nunca explica cómo llegó a ese guarismo.
Y si nos ponemos muy exigentes hasta cosas supuestamente disfrutables pueden llegar a convertirse en algo gris y vacío. Como el sexo o una buena comida. Incluso las drogas.
La repetición ad nauseam domina nuestras vidas ? Se quedó corto el personaje de Piglia con la estimación del 73,2 % ? Nunca explica cómo llegó a ese guarismo.
Mi padre siempre cita a don Francisco de Quevedo y Villegas que solía decir: "todo lo cotidiano es mucho y feo".
Será que la pérdida del disfrute con la repetición es un defecto de la psiquis humana ?
Será por eso que nos atrae tanto la ruptura de la cotidianeidad, ya sea en una novela fantástica o en un viaje a un país desconocido ?
Será la práctica artística la única acción cotidiana donde la repetición avanza hacia un fin ? No forzosamente más disfrutable pero casi seguramente más diestro y complejo.
Tal vez la respuesta sea como decían los antiguos griegos, "cultivar el jardín interior". Crearse un mundo de fantasía, de imaginación, de juego. Como lo hacen los niños pequeños. Y generar de a poco y con mucha dedicación una pequeña psicosis que nos haga navegar por sobre el plomizo cielo de lo cotidiano como una nube diáfana. Puede ser cambiar la mirada sobre las cosas intentando verlo todo como si fuera la primera vez. O buscar intencionalmente el lado ridículo de las cosas, que lo tiene en demasía. O imaginar largas novelas con los personajes desconocidos que se sientan a tu lado en el subte.
Negociar entre el adentro y el afuera pareciera ser la postura ideal; que me recuerda al "camino del medio" que propone el budismo en casi todo.
Aunque muchas veces uno quisiera más adentro y menos afuera.
Será que la pérdida del disfrute con la repetición es un defecto de la psiquis humana ?
Será por eso que nos atrae tanto la ruptura de la cotidianeidad, ya sea en una novela fantástica o en un viaje a un país desconocido ?
Será la práctica artística la única acción cotidiana donde la repetición avanza hacia un fin ? No forzosamente más disfrutable pero casi seguramente más diestro y complejo.
Tal vez la respuesta sea como decían los antiguos griegos, "cultivar el jardín interior". Crearse un mundo de fantasía, de imaginación, de juego. Como lo hacen los niños pequeños. Y generar de a poco y con mucha dedicación una pequeña psicosis que nos haga navegar por sobre el plomizo cielo de lo cotidiano como una nube diáfana. Puede ser cambiar la mirada sobre las cosas intentando verlo todo como si fuera la primera vez. O buscar intencionalmente el lado ridículo de las cosas, que lo tiene en demasía. O imaginar largas novelas con los personajes desconocidos que se sientan a tu lado en el subte.
Negociar entre el adentro y el afuera pareciera ser la postura ideal; que me recuerda al "camino del medio" que propone el budismo en casi todo.
Aunque muchas veces uno quisiera más adentro y menos afuera.
El pintor simbolista belga Fernand Khnopff pintó en 1891 un cuadro que siempre me impresionó. Se llama "I lock my door upon myself" (Cierro la puerta sobre mí mismo).
A la luz de lo que escribo, la locura podría no ser tan temible.