martes, 22 de diciembre de 2009

Víctor Hugo y los monstruos

Zulma Lobato y Ricardo Fort son dos monstruos. Freaks que venden muy bien su imagen porque apelan al morbo de la gente.
Víctor Hugo, que es el señor de la foto; escribió una novela, muy poco valorada a pesar de ser considerada por él su mejor obra; llamada "El hombre que ríe" ("L´homme qui rit"). En ella, que es un dramón bastante barroco; el personaje de Gwynplaine, es desfigurado en su niñez para quedar siempre sonriendo a los efectos de ser un saltimbanqui y ganarse la vida. Sólo puede dejar de sonreír con mucho esfuerzo y dolor. Se lo considera la inspiración del personaje del Joker, el Guasón en la saga de Batman.

Los medios, la sociedad, la cultura que se nos impone nos provoca una operación de risa que es casi la misma que la salvaje mutilación que sufrió Gwynplaine. Si bien el millonario chocolatero y el travesti cantor son versiones "aggiornadas" del niño mutilado, no son los únicas víctimas. Todos nosotros lo somos también. Nos obligan casi coercitivamente a reirnos, a disfrutar, a hablar, a pensar, en cosas que como Fort, o Lobato, son, siendo muy piadosos, extremadamente grotescas.

Ésto se debe, para mí, al triunfo de la globalización económica y la imposición de la monocultura. Es más negocio vender hamburguesas de Mc Donald's en Beijing, Moscú y Buenos Aires que vender las comidas regionales, ya sean noodles o chorizos.
El producto tiene que ser cada vez más barato, más fácil de producir, y acotaría Marx, de peor calidad; para poder ser vendido en todos lados a consumidores cada vez menos exigentes y en muchos casos más estúpidos.
Con la cultura, que es actualmente considerada un producto mercantil más; pasa lo mismo.
Investigar una música bella, estudiarla, ensayarla, armar un concierto y darlo; es a los ojos del monomercado, una artesanía terriblemente costosa cuyo relación costo/beneficio es imposible de justificar.

La aparición mediática de monstruos es mucho más barata, redituable y masiva. Y si a eso le sumamos el poder hipnótico de la televisión, es imbatible. Ya Marshall Mc Luhan lo decía, "el medio es el mensaje" y algo meditativo, profundo o simplemente lento no tiene cabida alguna en los medios de comunicación masivos actuales.

Pero en el fondo todos saben, que dentro de 200 años, nadie recordará a los Gwynplaines actuales y alguien todavía se sentará un día con su violín, el tataranieto de alguno de nosotros tal vez; a estudiar las sonatas para violín solo "Fidium tu unarum" de Johann Heinrich Schmelzer, que son de 1664. Puse a propósito este compositor, porque es muy bueno y muy ignoto, lo que se hila con un post anterior sobre la fama y la calidad.

Para terminar una imagen no monstruosa, un dibujo de Víctor Hugo, que también pintaba.


4 comentarios:

Viejex dijo...

Viene muy a cuento del post anterior.

Entre usted y Diminui me habían convencido que la calidad no servía para trascender, y ahora me sale con esta imagen de un tataranieto violinista...

¿me quiere volver loco?

Diego dijo...

A propósito de este boom mediático, hace unos días posteé lo siguiente (sin que nadie se diera cuenta a qué me estaba refiriendo, claro):

http://diegointhecity.blogspot.com/2009/12/preguntas.html

Gracias por compartir estas desconocidas obras maestras, es como encontrar perlas en la arena del fondo de los tiempos.
¡Saludos!

goolian dijo...

Viejex, que haya un descendiente suyo, porqué no; que toque a Schmelzer, no quiere decir que éste se haga famoso.
Ni tampoco su tataranieto, desgraciadamente.
Lo que sí me animaría a afirmar es que en los medios futurísticos cualesquiera sean, habrá hologramas de monstruosidades morbosas para calmar las ansiedades colectivas.

O tal vez no, qué lindo sería equivocarme.

goolian dijo...

diego, gracias, y releí su post, muy bueno