Las seis suites de Bach para violoncello solo. Otro cosmos minimal que se despliega de a poco.
Hace mucho leí en una revista de música un reportaje al chelista Mischa Maisky que contaba que su hermano mayor le regaló la partitura de las suites y le djo que tenía toda la vida para aprender a tocarlas.
Para la época las suites son revolucionarias. El cello era un instrumento poco usado fuera de Italia como instrumento solista y la suite instrumental de danzas era patrimonio exclusivo de la viola da gamba en países como Francia y Alemania. Uno de los músicos a los que Bach más estudió, Buxtehude, escribió varias sonatas para violín y viola da gamba y no para violín y cello.
Las suites para cello poseen una forma prestada de la literatura de otro instrumento que ya empezaba a ser crepuscular y alumbran magistralmente el amanecer del violoncello.
Algunos violagambistas sin embargo han reclamado las suites para sí y las tocan transcriptas con un resultado distinto pero muy satisfactorio.
En la época una suite de danzas muy comúnmente podía tener seis movimientos; un preludio, una alemande seguida de una courante; luego una melancólica sarabande, un menuet o gavotte y por último una veloz gigue.
Pero Bach compuso seis suites de sies movimientos cada una. Para una persona tan de su época; obsesionada con toda clase de simbolismos, como Bach, eso nos debería llamar la atención.
A lo mejor la idea del autor es que las seis suites en conjunto sean a su vez una mega suite, donde la primera oficia de preludio, la segunda de alemande y así.
Cabría realizar el análisis, yo no lo hice; de ver si cada suite se corresponde en carácter con el habitual de cada movimiento.
Vaya pues, el preludio del preludio en versión de Mischa Maisky.
lunes, 21 de julio de 2008
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