“Hablar sobre música es como bailar sobre arquitectura”
Thelonious Monk
Pero igual me gusta mucho.
Hace muchos, pero muchos años, vivía en EEUU y tenía una galería de arte contemporáneo. Estaba en uno de los barrios más aristocráticos de una de las ciudades más aristocráticas.
Back Bay, Boston, Massachussetts.
Empezaba también por esa época a dibujar y pintar tímidamente.
Había hecho una serie de dibujos a la tinta china de músicos de jazz y uno de ellos me había gustado tanto que lo colgué en una esquina de mi oficina.
Era bastante parecido a esta foto.
Un día, dos jóvenes negros tocaron el timbre. Rápidamente me di cuenta de dos cosas vitales. Una, no eran lo que se dice unos entusiastas del arte contemporáneo. Y la otra es que eran tan necesitados y carenciados como inofensivos.
Les di mis sándwiches de almuerzo y algunos dólares.
Cuando calmaron sus estómagos repararon un poco en el lugar donde estaban.
Y descubrieron mi silueta retrato de Thelonious Monk.
Y les encantó. Empezaron a los gritos manifestando un entusiasmo que jamás había visto ni en mis clientes, ni en los críticos y curadores y ni siquiera en los artistas.
Se los regalé. Mi parte cínica pensó, "les gusta porque reconocen una figura de su misma raza".
Pero se los regalé igual.
Nunca más los vi y muchos menos a mi Thelonious Monk. Si alguna vez quisiera hacer una retrospectiva completa de mi obra, estaríamos en problemas.
Por dónde andarás bailando, Thelonious ?
Frase ideal para terminar abruptamente una conversación demasiado teórica sobre música.
O justo antes de empezar un concierto.
O para invalidar buena parte de los temas de un blog como éste.
O justo antes de empezar un concierto.
O para invalidar buena parte de los temas de un blog como éste.
Pero igual me gusta mucho.
Hace muchos, pero muchos años, vivía en EEUU y tenía una galería de arte contemporáneo. Estaba en uno de los barrios más aristocráticos de una de las ciudades más aristocráticas.
Back Bay, Boston, Massachussetts.
Empezaba también por esa época a dibujar y pintar tímidamente.
Había hecho una serie de dibujos a la tinta china de músicos de jazz y uno de ellos me había gustado tanto que lo colgué en una esquina de mi oficina.
Era bastante parecido a esta foto.
Un día, dos jóvenes negros tocaron el timbre. Rápidamente me di cuenta de dos cosas vitales. Una, no eran lo que se dice unos entusiastas del arte contemporáneo. Y la otra es que eran tan necesitados y carenciados como inofensivos.
Les di mis sándwiches de almuerzo y algunos dólares.
Cuando calmaron sus estómagos repararon un poco en el lugar donde estaban.
Y descubrieron mi silueta retrato de Thelonious Monk.
Y les encantó. Empezaron a los gritos manifestando un entusiasmo que jamás había visto ni en mis clientes, ni en los críticos y curadores y ni siquiera en los artistas.
Se los regalé. Mi parte cínica pensó, "les gusta porque reconocen una figura de su misma raza".
Pero se los regalé igual.
Nunca más los vi y muchos menos a mi Thelonious Monk. Si alguna vez quisiera hacer una retrospectiva completa de mi obra, estaríamos en problemas.
Por dónde andarás bailando, Thelonious ?
7 comentarios:
Una de dos: O no quería tanto a su dibujo, o quería demasiado a los jovenes que vinieron a mangarle. Pero resulta que usted al dibujo lo echa todavía de menos, y a los jóvenes no los ha vuelto a ver... ¿Serían tan inofensivos como el tiempo y la distancia los evoca? (Y que por favor se entienda: no es un comentario racista).
En fin, un grande Thelonius. Pura fantasía, diría el Bambino.
Saludos cordiales.
arte efímero le tuyo julián.
los negros se han de haber fumado el Thelonius.
adoré la anécdota.
Dimi, todo arte es efímero a la larga.
Hasta las pirámides.
Prefiero pensar que lo conservaron y no lo cambiaron por crack en Roxbury.
Occam, no lo crea.
Una, desde hace bastantes años que intento ejercitar, sin éxito claro, el desapego budista.
No conservo la mayoría de mis cuadros, y regalé más de lo que vendí, que tampoco fue poco.
No es que lo hecho de menos, sino que me gustaría ver el desarrollo de todo lo dibujado/pintado a través del tiempo. Los pintores y escultores siempre dicen que para eso sirven las retrospectivas.
Dos, no tenían más de seis o siete años, y fue hace casi veinte, eran casi seguro inofensivos.
Conservar los cuadros para ver el desarrollo a través del tiempo es como releer un libro que ha sido subrayado o tiene comentarios en el margen.
Cuando lo hago, me veo cómo era en otra época de mi vida y pienso en si hay coincidencias ahora. ¿Volvería a subrayar lo mismo?
A veces uso otro color para marcar partes que ahora me interesan... Tal vez en una nueva relectura vuelva a verme y así pueda tener una idea de cómo fui cambiando... o no...
Eso sí: hay libros que nunca regalaría ni prestaría... el desapego en este tema no puedo practicarlo...
Ana, supongo que uno nunca vuelve a asubrayar lo mismo.
O tal vez sí, y lo que subrayamos hace veinte años en el libro que nos emocionó es lo que en el fondo, nos define.
Publicar un comentario