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Buscados por la policía e Interpol deben abandonar el país no sin antes derramar desde un helicoptero toneladas de pintura sobre el obelisco para dejarlo como un chorreante helado de pistachio.
El 25 de abril de 2010, un artista holandés, Iepe B. T. Rubingh, realizó una performance urbana en la Rosenthaler Platz en Berlín, que parece sacada de mi adolescente historieta. Quinientos litros de pintura al agua derramados sobre el asfalto y desparramados por dos mil autos. El video se llama "Painting reality".
Ya es hora de un ataque terrorista en Argentina con blanco de titanio, azul talo y verde veronés.
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